SIN DIVERSIDAD NO HAY DEMOCRACIA
Setiembre fue el mes de la diversidad, y porque orgullo es luchar, compartimos un artículo que argumenta la importancia de trabajar desde una perspectiva de diversidad sexual y de género. En nuestro trabajo como institución barrial -que tiene como misión y visión garantizar los derechos de nuestra comunidad- tenemos una perspectiva de diversidad sexual y de género, en todos los ámbitos que competen a nuestra labor diaria.
Como centro educativo, es necesario tener este tema presente diariamente, ya que es una temática que transversaliza todas las prácticas que se realizan desde la Oebb y contribuye a construir una sociedad más justa donde todas las personas puedan vivir libremente sin discriminación.

Vivimos en una sociedad que tiene una mirada capacitista, que define y asume “un conjunto previo de capacidades “inherentes” atribuibles al cuerpo (...) no es otra cosa que la multitud de prácticas y representaciones que a nivel funcional participan en la producción del cuerpo normativo y de su carácter regulador como “norma” y criterio de “normalidad”” (Toboso, Guzmán, 2009, p.77); construye una ideología de la normalidad en la cual los cuerpos, las personas, viven bajo un parámetro de funcionamiento “normal”, y sentirse fuera de él, es estar en el campo de la anormalidad -en la cual se excluye-.
Una de las características de normalidad que tiene la sociedad actual, y que durante siglos se sostuvo -y sostiene- tiene que ver con la heterosexualidad y lo cisgénero (personas cuya identidad y expresión de género coincide con el sexo biológico que se le asignó al nacer); esto hace que las personas que tienen dichas características “normales” estén en un lugar de poder ante las demás que tienen una elección sexual diferente a la normal -diversa-.

Cuando se hace referencia al colectivo LGBTIQ+, significa las siglas de las poblaciones con orientación e identidad de género diversas, como son: lesbianas, gays, bisexuales, transexuales, intersexuales, queers, y el signo “+” que referencia a las poblaciones pansexuales, agénero, asexuales y demás aliadas.
Hay estudios estadísticos representativos que evidencian la discriminación que sufren las personas participantes del colectivo LGBTIQ+, y que por ejemplo, generan una desvinculación temprana al sistema educativo formal. En la encuesta Convivencia y discriminación en Enseñanza Media (2019) realizada por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Ministerio de Desarrollo Social (MIDES) del Uruguay se trabajó con un total de 5995 estudiantes de 95 centros de enseñanza público y privados de todo el país. El estudio confirmó que el 58% de las estudiantes lesbianas, gays, trans y bisexuales experimentaron en el último año alguna forma de acoso/agresión en su centro educativo. Las violencias sufridas fueron: violencia verbal (42%), violencia física (17%), violencia de tipo sexual (15%).
Aunque los centros educativos tenían referentes en educación sexual, el 28% no le comunicó a nadie el problema que tuvo, el 20% a un compañere, y solo el 9,6% a un profesor dentro de la institución. A su vez, un 6% eligió no contar a nadie el problema por temor a que la situación se agravará aún más, un 4% señaló que eligió faltar a clases para evitar lidiar con este problema dentro del aula, y finalmente un 1,5% declaró que decidió abandonar sus estudios por la discriminación que sufrió dentro de la institución.

Parafraseando a Diego Sempol, estas cifras revelan como los centros educativos no están generando un espacio de confianza y cuidado para las personas integrantes del colectivo LGBTQI+, donde se respete una sexualidad libre sin discriminación y el derecho a la identidad. Desde la Oebb generamos prácticas cotidianas para revertir esta realidad que le quita el derecho a vivir libremente, buscando diariamente consolidarnos como un centro educativo que genere un espacio de confianza y cuidado para las personas integrantes de la Cuenca de Casavalle.
Incorporar la noción de interseccionalidad permite identificar diversos grados de exclusión, donde se interconectan diversos factores, entre ellos el sexo, género, orientación sexual, clase social, raza, entre otras; estas interconexiones de identidades vivenciadas agudizan la injusticia social, exigiendo que trabajemos desde varios ejes temáticos para garantizar el ejercicio de derechos de nuestra comunidad.
Es importante trabajar desde una mirada integral e interdisciplinaria, ya que es necesario desmitificar las orientaciones sexuales no hegemónicas -como son las LGBTIQ+- desde una perspectiva de derechos, entendiendo que todas las personas tiene derecho a ser y amar a quiénes quieran, sin discriminación alguna.

Puntualmente en la Oebb, se desarrollaron durante todo el mes de setiembre intervenciones en las paredes internas y externas, donde los participantes de los diferentes proyectos socioeducativos trabajan y problematizan sus prácticas en torno a la diversidad sexual y de género. ¡La Oebb se pinta de colores y reivindica la diversidad!
Federico Sánchez Toniotti
Marina Segui
BIBLIOGRAFÍA:
Toboso Martín, M., Guzmá Castillo, F. (2009). Cuerpos, capacidades, exigencias funcionales... y otros lechos de Procusto.
댓글