Entrevista a Fabiana, educadora que el año que viene cumple 30 años de
trabajo en la Oebb
Por el mes del ambiente decidimos desde el área de Comunicación de la Obra Ecuménica Barrio Borro (Oebb), escuchar la voz de la educadora del Club de Niños/as que el año que viene cumple 30 años de trabajo en la institución. Casi 30 años de trabajo donde siempre tuvo presente la perspectiva medioambiental, y hoy es actual referente del área Ambiente y Sustentabilidad. Presentamos la entrevista que le realizamos a Fabiana Gonzáles:
¿Cómo te presentarías a vos y a estos 30 años de trabajo en la Oebb?
Mi nombre es Fabiana y empecé a frecuentar la Obra en el año 85 más o menos; ahí mi madre iba a la reunión que tenía todos los domingos la comunidad cristiana,entonces Hebert Cardozo era el pastor. Yo era gurisa, empecé a trabajar a los 13 años, estaba en el barrio poco y nada.
Me juntaba en el barrio los fines de semana con la familia y gurises en la Obra Ecuménica, teníamos un grupo de voleybal. Yo era muy líder y aparentemente muy positiva, ahí empecé a crecer en el grupo,siendo siempre una referencia para lxs más chicos que crecían ala par de mis hermanos. Para el año 92, ya te digo como siete años más adelante, yo estaba casada con mi tres hijas y ya tenía una vida aparte. Ahí el pastor Jorge Gerard y María Pía que en ese momento era la asistente social, me proponen formar parte del equipo de trabajo; en ese momento había salido un convenio con la Intendencia Municipal, Juventud para Cristo y Gurises Unidos, estaban intentando sacar a algún gurí de la calle y queriendole dar alguna oportunidad laboral. Ahí me convocan como líder barrial y referente de estos chiquilines, como para formar parte, entonces me encontré coordinando ese trabajo, eran chiquilines de muy corta edad, niños de 11 y 12 años, 14 años era el más grandecito.
Nosotros íbamos a un galpón de la intendencia que decomisaba bares y restaurantes, todo lo que era frascos de salsa que estaban en mal estado nos lo daban para que nosotros recicláramos; ahí empieza nuestra tarea en función de cuidar el medio ambiente, reciclar y poder hacer algo más. Era un trabajo bien concreto con los chiquilines y tremendo espacio para que ellos vieran cómo se movía la comida a nivel de los restaurantes, de qué cosas podían llegar a consumir, tomar un poco más de conciencia, un espacio educativo bastante lindo; ellos cuestionaban mucho las formas en la que se veían los productos y cómo llegaban a terminar en ese estado, estaban muy buenas las reflexiones.
Después se sigue esa línea de trabajo, cuando se termina ese proyecto, estos mismos chiquilines quedaban a la deriva, se pensó en hacer algún otro convenio y se logró hacer uno, esta vez también con la Intendencia y con Juventud para Cristo en esas negociaciones. Compartíamos ese proyecto con la gente de Flor de Maroñas, Ahí nos traslada amos a Euskall Erria 71 para bajar la basura de los edificios; subíamos con los tanques, sacábamos la basura de las puertas de la gente, la bajábamos por el ascensor, lo llevábamos a un punto donde se supone que tenía que estar el camión de la basura y ahí nos encontrábamos con los recicladores con carro a caballo, y teníamos terrible problema con los vecinos porque decían “no carro a caballo no, no queremos que entre” y los gurises decían “pero por qué no? si están haciendo terrible laburo ellos reciclando”, entonces se encontraban con esto y decían “si mis viejos también hacen esto no?”, “nosotros estamos haciendo un bien acá y no dejan laburar a la gente que viene con caballos”.
Permitía trabajar un montón de cosas lindas que hacían a su vida, cómo se sentían con eso, a la injusticia cómo manejarla, y bueno, ahí medio que la rebeldía de ellos también, eran tiempos muy difíciles, los gurises y las familias estaban muy vulneradas. Yo todavía lo pienso y me re angustia, porque volvemos como a empezar otra vez, yo veo ahora y hago un paralelismo y todo vuelve, es cíclico.
La injusticia me puede, soy de esas personas que no puedo con la injusticia, aunque capaz es la oportunidad para poder trabajar desde otro lado.
En el 94 ya estaban haciéndose los talleres de jóvenes que era para ellos una oportunidad, Jorge Gerard tuvo la visión de que los adolescentes no tenían un espacio, un lugar, entonces empieza a generar recursos para hacer los talleres con adolescentes. La creación de los mismos fue un gran esfuerzo comunitario dónde cada uno ponía su grano de arena, desde el más pequeño al más grande.
Teníamos una barriada con adolescentes que habían desertado del sistema educativo, no tenían oportunidades; delinquir para ellos era como la oportunidad del día y niños que casi no iban a la escuela porque salían a pedir una moneda para llevar a sus casas. Estaba bastante salado.
Recuerdo que empezaba el año 2002 y nosotros ya habíamos terminado el año anterior en diciembre con ese pesar de que los gurises no tenían para comer y venían con hambre, reforzar la merienda era importantísimo. Entonces se daba una merienda reforzada, comíamos un plato de guiso a la tardecita y los gurises se iban con la pancita llena. Desde ahí empezamos a implementar la huerta como un proyecto educativo, íbamos a un terreno que estaba tapado de zarzamora, los jóvenes la sacaron toda y lo que había abajo era oro, la tierra que estaba era impresionante, y quedó un pedazo para que los gurises fueran a hacer el proyecto de huerta allá, a una cuadra y media de la escuela 336; íbamos dos veces por semana con los grupos, los llevábamos, los traíamos y siempre sacábamos de ahí para la comida.
Los gurises aprendían mucho sobre huerta y las familias estaban “te acordas que llevamos un zapallito, sequé las semillas las puse a plantar de nuevo”, “no sabes la cantidad de zapallito que sacamos en casa donde teníamos el basurero”,
“nos pusimos a plantar, empezamos por un pedacito y después ya nos entusiasmamos y tiramos los morrones”; fue un año que vimos que "esto es por acá”.
Tuvimos muchas familias, yo me acuerdo de caras muy felices, de plantar en el basurero, realmente ahí empieza; después fue parte de un proyecto que no podía bajarse, porque te dignifica, cambias la vulnerabilidad por fuerza y yo creo que es desde ahí.
Cuando llega Esteban (coordinador de Club de Niños) en 2010 y el taller de huerta formaba parte de nuestro proyecto como Club de Niños, él dijo “vamos a meterle muchas ganas a esto”, entonces vamos a sacarlo para fuera y empezamos a coordinar/trabajar; él era coordinador de un CAIF también entonces nuestros gurises salían a preparar la tierra para que los chiquitos del jardín plantaran.
Los gurises preparando la tierra y los chiquitos plantando era una cosa maravillosa. Nos movíamos en Montevideo, nos subíamos al omnibus e íbamos a las casas, con la azada, pala de diente,etc. Hacíamos un trabajo comunitario y le dábamos otro perfil de solidaridad, ellos tenían la posibilidad de dar también, de trabajar todo eso desde el taller de huerta.
Después en 2017 dijimos “hay familias que se prenden, que les gusta” y te devuelven a fin de año “este año comimos tanto de la huerta” y vos ves que están contentos, que son felices, sienten que no tienen que gastar para comprar una verdura.
Hace un par de años, previo a la pandemia comenzamos a soñar con la utopia de plantar frutales en las aceras del barrio, y teníamos un proyecto con las manzanas que comíamos en el comedor con los niños, le sacábamos las semillas, y hacíamos un proceso de estratificación y cuidado de esas semillas y rindió muchísimo. Ellos aprendieron que la manzana tenés que ponerla en frío y después ella solita va a ir brotando. Con las más grande del Club este año hablábamos de que podemos reflotar eso, nuestra mayor intención es poder plantar árboles frutales en las aceras; también ya hace un par de años venimos trabajando muchísimo con la huerta de la Obra Ecuménica para sacarla hacia afuera y trabajar en el barrio, me parece que por ahí va a estar bueno, cómo pensar en sacar para afuera estos mini proyectos.
Estaba pensando en 2017 Esteban decía “hay que darle una vuelta de rosca a esto”, “hay que hacer algo comunitario”, “hay que generar con la comunidad”; nosotros teníamos a esa altura un proyecto con las familias del Club de Niños que estaba muy lindo, el trabajo era a nivel de comisión y la idea era catapultar eso. Ahí fuimos emprendiendo y se da justo que estábamos en sintonía con la visión de la Obra y los movimientos a nivel institución. “está buenísimo poder apoyar esto” y se genera en paralelo el área de trabajo “Ambiente y Sustentabilidad”, se crean talleres y se convoca a la comunidad. Sale de la comunidad una propuesta en la casa de Silvana (vecina del barrio) como lugar para hacer la huerta comunitaria, y bueno, ahí se va creando ese mini proyecto de huerta comunitaria que queda.
Con Esteban antes nos preguntábamos ¿qué primero? organizar a la gente o tener un terreno y empezar; no teníamos el terreno y debíamos empezar a buscarlo. En la huerta comunitaria se da que alguien que tenía el terreno lo sede, y se dió naturalmente, está buenísimo, me encanta que se haya dado así. Para nosotros como Club de Niños es terrible espacio donde los gurises llegan a hacer huerta, , y como Obra Ecuménica es el comienzo de algo importante, me parece que vamos a trascender las puertas de la Obra Ecuménica. Creo que las familias se van a empoderar muchísimo con esto, porque se vienen tiempos muy difìciles y porque todo lo aprendido tiene que servir para algo. Hoy estamos en un tiempo bien lindo, ya tenemos la madurez suficiente como Obra Ecuménica para trascender y generar un proyecto bien amplio que involucre a todos los adolescentes, niños, familias y generar algo importante.
Por lo menos esa es la utopía, yo confío mucho en eso, mi vida ha sido utopía dentro de la Obra. Es genial poder estar aquí para poder contarlo.
¿Cuándo marcarías el comienzo del trabajo ambiental en la Oebb?
Yo empiezo a trabajar desde la perspectiva medioambiental con trabajos muy puntuales a nivel de los chiquilines, pero creo que desde siempre la perspectiva medio ambiental estuvo. No se puede considerar al sujeto fuera de su medio ambiente, somos el medio en el q vivimos.
Siempre se hizo algo, lo que pasa es que a veces con menos consciencia de lo que estás haciendo. Lo que se suma es la conciencia y el amor que requiere el cuidado, el bienestar de los gurises dentro de su ambiente. Enseñarles a amar la tierra, su espacio, va todo de la mano. Yo creo que lo que varía ahí es el estado de consciencia, ahora somos conscientes de que estamos trabajando en esto; también depende de las personas, yo creo que siempre lo hice con mucha consciencia.
Yo me crié entre las piernas de mi abuelo, en la huerta de la casa, una gran quinta de 580m², ya lo vivía y cuándo se lo transmitís a los gurises se lo transmitís con toda esa consciencia.
Al principio, que estábamos con La Escuelita (escuela para niños y niñas en el comienzo de la Oebb) con Víctor Hugo y trabajábamos mucho la temática medio ambiental. Hacíamos por ejemplo, metodologías de campo, los gurises eran miembros de distintas tribus y cada tribu se encargaba de cuidar de determinada manera su espacio, su lugar. Entonces íbamos dando un sentido de lo que era el cuidado y el amor al medio ambiente, la conciencia de lo que nos da la madre tierra, y cómo podemos colaborar nosotros para.
De ahí salían actividades, por ejemplo “la cancha está toda mugrienta”, y bueno, “vamos a hacer algo” y juguemos en un lugar limpio. Ahí armábamos un proyecto que dijera “vamos a trabajar a nivel del medio ambiente”,limpiabamos la plaza, ibas y lo hacías, estaba dentro de la intencionalidad; estamos hablando de 1995 aproximadamente, no habíamos llegado al año 2000 que ya estábamos trabajando desde esa perspectiva Esto toma mayor fuerza con los nuevos proyectos, se empieza a intencionar, a generar esa conciencia y el trabajo consciente con los adolescentes y niños.
¿Por qué se hace necesario trabajar la temática ambiente en el barrio?
En el mundo se hace necesario!!, O sea, en el barrio porque es nuestro espacio, es el lugar que habitamos, donde estamos y donde hacemos la diferencia. Si yo pienso que mi casa es el mundo, en el lugar donde esté voy a hacer la diferencia.
Eso es lo que les transmito a los chiquilines cada vez que hay un taller, una oportunidad de intercambio, creo que lo que hay que transmitirles es eso: cada uno va a hacer la diferencia en el lugar en el que esté. Me parece que eso es lo que está intentando hoy por hoy, hace unos años, la Obra Ecuménica anclada en el barrio: intenta hacer la diferencia.
¿Qué trabajo ambiental realiza hoy la Oebb?
Yo creo que estamos empezando un camino que nos va a llevar muy lejos, o por lo pronto el trabajo que se hace a nivel ambiental es el apoyo a todo lo que refiere a la huerta, que es importantísimo. Creo que también en el manejo y cuidado de las cosas en la cotidiana, estoy pensando en que en un día común con los chiquilines el cuidado del agua es importante, generar también conciencia, es decir, cómo cuidamos nuestro espacio, el agua que tenemos, como cuidamos la energía que nos abastece; yo creo que ahí hay una conciencia real que está dentro de lo que le transmitís a los chiquilines a nivel general.
Ni que hablar el proyecto de huerta orgánica, acompañar todos los procesos a nivel barrial me parece que es importante. Creo que una de las cosas más importantes es que el barrio tenga esa referencia en la Obra Ecuménica, tenemos un espacio para avanzar en esto, para ir, plantar, buscar plantines, buscar respuestas juntos a determinadas cosas, se me ocurre que puede llegar a hacer algo maravilloso.
¿Cómo vinculas el trabajo en huerta orgánica con el medio ambiente?
Yo tengo esa forma de ser y estar, a través de mí, mi espacio, mi gente, o como me vinculo con.
Trabajar la huerta orgánica es mi forma de honrar la tierra en esta vida, darle/devolverle a la tierra lo que me da, sin otro intercambio más que la energía que yo estoy transmitiendo en ese momento y lo que ella me devuelve, entonces se vincula desde ahí, desde el amor que nos sostiene a todos los seres vivos.
Trabajar lo orgánico es liberar a la tierra de todas las porquerias que le hemos puesto a nivel de la agroindustria, que no son necesarias; por eso la importancia de volver a los orígenes, volver a una huerta un poco más sencilla, la de todos los días, la que salís afuera y ves el brotecito que está saliendo, la semilla que está tirando su primera raíz, deslumbrarte con eso, ver la abeja que está dando vuelta a las flores, y decir “estás haciendo tu trabajo para mi” y darle gracias, ser agradecido con eso. Poder trasmitirles eso a los chiquilines y que ellos crezcan con esa sensibilidad.
Nosotros hoy tenemos esa gran diferencia más allá de las injusticias económicas que existen, tenemos niños y adolescentes sensibles con el cuidado de la tierra, de las abejas, de los pajaritos; tengo en mi retina caritas viviendo con mucho amor el cuidado de las lombrices en el compost y disfrutando de eso.
La gran diferencia entre aquel 2002 y el actual 2021, es que los niños están mucho más sensibles y los adolescentes dicen “oh huerta”, es la tierra la que me da la vida, es la que me da de comer, de a poco se ha logrado eso, pasaron décadas, pero se ha logrado.
¿Por qué la huerta es una herramienta educativa?
Se convierte en una herramienta cuando, por ejemplo, podés trabajar matemáticas contando plantines y midiendo canteros; podes trabajar lengua haciendo la redacción de lo que estás haciendo, contas un cuento; trabajas ciencias naturales al ver el ciclo de una planta; trabajas astronomía, porque nuestra luna tiene mucho que ver en los procesos de nuestras plantas, entonces trabajas lo que es un ¼ menguante, un ¼ creciente, una luna llena; trabajas las estaciones del año, qué plantamos en primavera, en invierno, en verano, es ahí donde se convierte en una herramienta podrosa para poder trabajar.
Desde esa metodología lo que vos quieras se puede trabajar, incluso hasta las emociones, esto me hace sentir bien, esto me frustra, “ay llovió y se ahogó la plantita” siento tristeza, y trabajas muchísimo con la huerta, es impresionante como herramienta, es maravillosa realmente.
¿Cuáles son tus proyecciones y esperanzas con respecto a trabajar la temática ambiente en la Oebb y en el barrio?
Dentro de la Obra Ecuménica tenemos un proyecto que apunta a marcar una presencia y ser referentes dentro del barrio, que la Obra Ecuménica se convierta en una referencia para el trabajo medio ambiental. Para mi el trabajo con las familias y la comunidad es nuestra mayor meta, verlas empoderadas en la autosustentabilidad; que las familias que no tienen un terreno para plantar aprendan que con una maceta y un poco de tierra abonada -con lo que sale de la cocina- se puede tener una plantita.
Como parte del equipo de la Obra Ecuménica, nuestro mayor proyecto es ese: ver familias que puedan encontrar en la huerta orgánica la autosustentabilidad y ser referentes del proyecto medio ambiente. Ahí van a ir surgiendo un montón de cosas, cuando entras a trabajar con la gente y conocer lo que necesitan para su espacio, estar ahí dando respuestas o encontrarlas con ellos; todo es un proceso y queremos ser parte, crecer junto con la gente. Me parece que más que nada eso.
Y como persona, como Fabi, yo pienso que Obra Ecuménica no deja de ser a esta altura mi primera casa, me he mudado tanto en este tiempo que ya no es mi segunda casa, en algún tiempo lo fue, pero hoy es mi primera casa, y uno quiere ver la casa con buena energía, con todo el amor que tiene y que ande circulando por ahí; cuando la casa se nos llene de gente en un proyecto por y para el barrio, creo que voy a hacer una persona muy feliz.
Me resulta súper lindo hacer este recorrido, yo te agradezco de verdad de que me hayas invitado porque me lleva a recorrer emociones, también a pensar en lo que todavía me genera ver qué tengo que trabajar, y proyectarme, y ver dónde puedo hacer el cambio, donde puedo poner mi granito de arena. Es lindo haber hecho todo este recorrido, gracias por la invitación Fede.
Fabiana Gonzáles
Federico Sánchez Toniotti
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